lunes, 7 de enero de 2013

Práctica de Ciudades Educadoras


¿Qué son las Ciudades Educadora?

La Asociación Internacional de Ciudades Educadoras (AICE) es una organización de gobiernos locales de todo el mundo comprometidos con la Carta de Ciudades Educadoras. Se inició como movimiento en 1990, en Barcelona, y se formalizó como Asociación Internacional de Ciudades educadoras en 1994, en Bolonia (Italia).

Las ciudades educadoras, son aquellas que siguiendo la Carta de Ciudades Educadoras, tienen como objetivo trabajar conjuntamente en proyectos y actividades que ayuden a mejorar la calidad de vida de los habitantes, buscando que estos se impliquen en el desarrollo de la comunidad.
  
Trilla habla de las Ciudades Educadoras de la siguiente manera:

“El concepto de Ciudad Educadora acoge e interrelaciona procesos educativos formales, no formales e informales. La ciudad educativa es un entramado de instituciones y lugares educativos. Los nudos más estables y obvios de esta trama están constituidos por las instituciones formales de educación (escuelas, universidades, etc.). Pero coexisten con ellas, por un lado, todo el conjunto de intervenciones educativas no formales (organizadas a partir de objetivos explícitos de formación o enseñanza pero fuera del sistema de la enseñanza reglada: educación en el tiempo libre, auto-escuelas, etc.), y, por otro lado, el difuso y penetrante conjunto de vivencias educativos informales (espectáculos, publicidad, relaciones de amistad, etc., etc.). Quizás el medio urbano sea precisamente el mejor ejemplo de las constantes interacciones entre estos modos de educación.”

Principios de las Ciudades Educadoras relacionados con la Animación Sociocultural:

Principio 2 

La ciudad promoverá la educación en la diversidad, para la comprensión, la cooperación solidaria internacional y la paz en el mundo. Una educación que combata cualquier forma de discriminación. Favorecerá la libertad de expresión, la diversidad cultural y el diálogo en condiciones de igualdad. Acogerá tanto las iniciativas de vanguardia como las de cultura popular, independientemente de su origen. Contribuirá a corregir las desigualdades que surjan en la promoción cultural producidas por criterios exclusivamente mercantiles.

Principio 3

Una ciudad educadora fomentará el diálogo entre generaciones, no sólo como fórmula de convivencia pacífica, sino como búsqueda de proyectos comunes y compartidos entre grupos de personas de edades distintas. Estos proyectos deberían orientarse a la realización de iniciativas y acciones cívicas cuyo valor consista precisamente en su carácter intergeneracional y en el aprovechamiento de las respectivas capacidades y valores propios de las distintas edades.

Principio 9

La ciudad educadora fomentará la participación ciudadana desde una perspectiva crítica y corresponsable. Para ello, el gobierno local facilitará la información necesaria y promoverá, desde la transversalidad, orientaciones y actividades de formación en valores éticos y cívicos. 
Estimulará, al mismo tiempo, la participación ciudadana en el proyecto colectivo a partir de las instituciones y organizaciones civiles y sociales, tomando en consideración las iniciativas privadas y otras formas de participación espontánea.

Principio 18

La ciudad estimulará el asociacionismo como forma de participación y corresponsabilidad cívica, a fin de canalizar actuaciones al servicio de la comunidad y obtener y difundir información, materiales e ideas para el desarrollo social, moral y cultural de las personas. A su vez, contribuirá en la formación para la participación en los procesos de toma de decisiones, de planificación y de gestión que la vida asociativa conlleva.

Principio 20

La ciudad educadora deberá ofrecer a todos sus habitantes, como objetivo crecientemente necesario para la comunidad, formación en valores y prácticas de ciudadanía democrática: el respeto, la tolerancia, la participación, la responsabilidad y el interés por lo público, por sus programas, sus bienes y sus servicios.


Proyecto Castello Alto, en Castelfiorentino (Italia).

En la zona de Castello Alto, centro histórico de Castelfiorentino, se venía registrando un descontento general por parte de la población, además de algunos desórdenes sociales. El proyecto Castello Alto parte de la voluntad del Ayuntamiento de Castelfiorentino de dar vida a una estrategia común creando sinergias entre las acciones de diferentes asociaciones locales y de la ciudadanía, con el objetivo de realizar una transformación social en esta zona de la ciudad.

La Asociación Kappaerre, una entidad de promoción social que promueve la participación ciudadana, se ha encargado de idear y desarrollar el proyecto, así como de coordinar las asociaciones locales implicadas y los grupos informales de ciudadanos que también participan en el proyecto.

Castello Alto es un área habitada por un alto porcentaje de población inmigrante, con características diferentes comparadas con el resto de la ciudad. Entre 2006 y 2008, el número de inmigrantes en esta zona alcanzó el 40%, un porcentaje muy alto comparado con el promedio nacional. El casco antiguo está muy poblado y se ha convertido en una realidad multicultural y heterogénea, con formas distintas de entender el espacio público y las relaciones sociales, por lo que era necesaria una intervención a fin de prevenir una posible inestabilidad social. 

Ofrecer servicios, oportunidades y fomentar la integración social de las personas inmigrantes y minimizar los conflictos sociales es el objetivo principal de este proyecto. En Castello Alto se puede apreciar una sensación de decepción y distanciamiento, especialmente por parte de las personas mayores autóctonas, debido a la transformación multiétnica del barrio. Partiendo de la idea que el camino hacia la inclusión e integración social debe basarse en el intercambio cultural, se vio necesario crear puntos de encuentro y de colaboración que faciliten un diálogo intercultural sobre las normas sociales y el uso compartido de los espacios públicos.

Más información en (proyecto número 2):
 

Funciones del Animador Sociocultural en este proyecto:

  • Mediación social y cultural: movilizar los recursos de la comunidad, generar procesos de encuentro y colaboración entre instituciones, colectivos e individuos.
  • Función de socialización: acción colectiva asumida por todos. El animador debe propiciar la mejora del ambiente social, orientar las energías hacia la participación y favorecer el desarrollo de una sociedad plural.   
  •           Promoción de redes ciudadanas: redes que favorezcan la inclusión y participación social.

  • Gestión de equipos socioculturales:diseñar y coordinar el trabajo de los diferentes equipamientos socioculturales y potenciar su red, los procesos de comunicación entre ellos y su actividad coordinadora.
  • Función crítica: animar a las personas al cambio social. Los animadores trabajaran para promocionar nuevos modelos de vida comunitaria.  

                                                                                                                    Esther Rodríguez Gómez

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